A pesar de ser capaces de sacar todo adelante y sobrevivir a las épocas más duras, el estrés tiene un impacto importante en la salud presente y futura, lo que derivará en una bajada del rendimiento.

Damos por hecho que el estrés y las reacciones de nuestro cuerpo ante su presencia, son normales y no se puede hacer nada al respecto. Sin embargo, el avance de la tecnología ha permitido desarrollar entrenamientos de última generación para aprender a detectar las señales del estrés y poner en marcha mecanismos neurológicos y fisiológicos de forma controlada, que minimicen su impacto en nuestra salud.

Las investigaciones muestran que para lograr un mejor rendimiento en estos entrenamientos, lo mejor es intensificar las sesiones, dejando el menor tiempo posible entre una y otra. De esta forma, nuestro cerebro aprende las estrategias trabajadas con mayor rapidez y eficacia.

Por eso, nuestra propuesta es realizar el tratamiento que habitualmente se llevaría a cabo en dos meses y medio, en tan solo dos semanas, aprovechando la disminución del ritmo de vida que suele producirse en los meses de verano. Dos semanas, de lunes a viernes, con sesiones diarias de entre 45 minutos y una hora y media, dependiendo del momento del entrenamiento. De esta forma, se alcanzan mejores resultados que tras 3 meses de tratamiento con una sesión a la semana.

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“Los líderes se hacen, no nacen. Se hacen con esfuerzo, que es el precio que todos debemos pagar para lograr cualquier objetivo que valga la pena”. (Vince Lombardi)